miércoles, 7 de julio de 2010

Tecnología de desastres


En el siglo XXI a veces nos azotan las mismas catástrofes que a los hombres de las cavernas. La tormenta tropical Alex, que terminó siendo tan devastadora para Monterrey como un huracán, nos dejó con las calles destrozadas, sin energía eléctrica y sin agua en miles de hogares. Las fotos de gentes luchando con cuerdas contra la corriente evocan épocas remotas, en que la tecnología electrónica no existía, y aunque ahora existe, hay situaciones en que es irrelevante.

Para empezar, lo electrónico requiere electricidad, y si está cortada por los desastres naturales, toda su sofisticación tecnológica se la lleva el diablo. Y aunque tenga electricidad, muchas veces depende de la conexión a internet para ser útil. Tan acostumbrados como estamos a depender de la electricidad que ni pensamos en ella, cuando falta sentimos su ausencia y lo precario de nuestra situación. Al menos los celulares tienen conexión inalámbrica, pero su pila se agota rápidamente y se vuelven inútiles...

En qué ayuda, pues, la tecnología en situaciones de desastre como el paso de Alex por Monterrey?

En primer lugar, está la previsión. ¿Realmente sabíamos que venía Alex? Estrictamente sí, pero no tan fuerte. Se suponía que había pasado de huracán a tormenta tropical, y que era cuestión de aguantar unas fuertes lluvias. Pero la realidad nos tomó por sorpresa. Ningún servicio meteorológico lo había previsto en toda su extensión.

Los servicios de pronóstico meteorológico emplean supercomputadoras, trabajando las 24 horas, para correr precisos modelos del funcionamiento de la atmósfera. Aun más, esos modelos van mejorando con el tiempo, porque es posible comparar en todo momento lo que predicen con lo que realmente ocurre, e ir corrigiendo las discrepancias. Sin embargo, a pesar de todos los progresos, todavía el arte de predecir el tiempo está sujeto a un margen de error importante. Muchas gentes tienen fe al pronóstico de la televisora tal, o confía en lo atinado de Mauro Morales, pero a final de cuentas hay todavía algo de adivinación en el pronóstico del tiempo.

Hay una anécdota según la cual, al final de la segunda guerra, el gobierno americano premió a la estación militar de pronóstico de tiempo más atinada en sus pronósticos, que se encontraba en una isla del pacífico. Cuando les preguntaron cómo le hacían el encargado contestó: "Predecimos el mismo tiempo que hizo el día anterior". Hoy en día los métodos no son tan primitivos, pero a veces lo parecen. Pensamos, sin embargo, que en los próximos años los pronósticos de tiempo continuarán afinándose hasta ser una herramienta confiable de previsón de amenazas climáticas.

Al menos, la tecnología electrónica ha permitido en esta ocasión comunicar a los usuarios. El uso de herramientas como el Twitter permitió tener en tiempo real noticias sobre la situación en diversas partes de la ciudad, y hasta coordinar el auxilio a algunas víctimas. Miles de SMS, llamadas de celular y radios de Nextel apoyaron la lucha por capear el temporal.

Hay muchas herramientas tecnológicas que habrá en el futuro y que nos hicieron falta en esta ocasión, como por ejemplo mapas satelitales actualizados en tiempo real, donde se viera la situación de cada calle en cada momento. También sería útil tener mapas colaborativos, donde cada usuario pudiera anotar lo que observa (o sufre) en su propia colonia. Imaginen por ejemplo que en su propio celular, al oprimir un botón de emergencia o equivalente, la señal del GPS se usa para añadir a un mapa un caso de alerta.

Claro que hay muchas colonias pobres donde los usuarios, al menos en los próximos años, difícilmente podrán compara teléfonos con GPS... ¡La tecnología no resuelve la desigualdad social!

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